La princesa Carolina de Mónaco, a sus 64 años, lleva una vida tranquila y apartada de la vida pública y social, pero no siempre fue así.
Desde adolescente su belleza fue tal que conquistó el corazón de muchos hombres, aunque ella solo hizo caso a uno: el playboy Phillipe Junot.
Matrimonio precoz
Pese al rechazo inicial de sus padres, Rainiero y Grace Kelly, a esa relación, tuvieron que acceder a que su primogénita se casase con el hombre que amaba, pues sus escándalos no tenían fin.
La gota fueron unas imágenes en las que Carolina era retratada en topless en la cubierta de un barco, mientras que ella y Junot se divertían a lo grande. Así, el 29 de junio de 1978, cuando la Princesa apenas tenía 21 años, se dieron el `sí quiero´ en una ceremonia celebrada en el Palacio de Mónaco y a la que asistieron algunos invitados de la realeza europea.
Era un matrimonio destinado al fracaso y no solo por su gran diferencia de edad. Era sabido lo mucho que a Junot le gustaban las mujeres y en julio de 1980 se publicaron unas imágenes en las que se le veía junto a una atractiva dama llamada Giannina Faccio.
Ese fue el principio del fin, pues ya nunca más se le volvió a ver en actos palaciegos y su ausencia en la Gala de la Cruz Roja presagiaba el final, que fue anunciado por los Grimaldi.
Apasionada
Carolina lloró lágrimas de sangre por ese primer amor, pero lo más duro estaba por llegar. Mantuvo varios sonados romances como con Roberto Rossellini, hijo del cineasta de mismo nombre y la actriz Ingrid Bergman, así como también con el tenista Guillermo Vilas.
Volvió a sentar la cabeza tras conocer a Stéfano Casiraghi, quien se convertiría en el padre de sus tres hijos mayores, Carlota, Andrea y Pierre.
Desafortunadamente, un accidente de barco acabó con la vida del empresario y deportista el 3 de octubre de 1990. Carolina quedó hundida, pues había perdido a su gran amor. Esto la hizo refugiarse en Saint-Rémy-de-Provence, donde más tarde le hará compañía el actor francés Vincent Lindon. Junto a él recuperó la felicidad nuevamente, pero su amor no funcionó.
En 1996 inició una nueva relación, esta vez con Ernesto de Hannover, un príncipe que Grace Kelly había soñado para su hija, pero que ella había rechazado. Sin embargo, el destino quiso unirlos y en 1999 contrajeron matrimonio cuando Carolina se encontraba embarazada de su pequeña Alejandra, quien llegaba al mundo en julio de ese mismo año.
Todo parecía felicidad, pero no fue así. Los excesos del príncipe alemán acabaron con su unión y Carolina tuvo que hacer frente a situaciones de lo más complicadas como el asistir sola a la boda de Felipe VI y Letizia, pues su marido no se encontraba en condiciones para acudir a la ceremonia religiosa.
Son muchos los momentos trágicos vividos por la princesa, que no ha tenido una vida fácil ni en el amor ni en lo personal, pues la repentina muerte de su madre en accidente de coche, la dejó sumida en una profunda tristeza. Ni su padre ni sus hermanos volvieron a ser los mismos y es que quedaron marcados por la tragedia.
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