Han pasado diecinueve años de una de las citas más importantes para el Gotha. El 2 de febrero de 2002, la ciudad de Ámsterdam se vestía de fiesta para el matrimonio del hijo de la entonces reina Beatriz, el príncipe Guillermo Alejandro, con la argentina Máxima Zorreguieta. Fue una de las bodas más esperadas de los años 2000 y todo fue como un cuento de hadas.
En medio de la expectación de los cientos de personas que abarrotaban la plaza de Dam de la capital holandesa, Máxima apareció en las puertas del Palacio Real del brazo de Guillermo enfundada con un espectacular vestido de color blanco marfil de Valentino. Una verdadera obra de arte de la Alta Costura en la que el diseñador italiano invirtió tres meses para su realización.
Se trataba de un diseño, de manga larga ajustada, discreto cuello redondo, cuerpo liso sin ningún adorno, salvo dos aplicaciones de encaje a ambos lados de la falda, y escaso vuelo, tenía una llamativa cola de cinco metros de larga. El velo, confeccionado en tul de seda con detalles florales hechos a mano, que estaba sujeto con una deslumbrante y valiosísima tiara de estrellas, la misma que lució la reina Beatriz en su boda con el príncipe Claus hace 35 años: Una de las piezas más valiosas del tesoro real formada por una estructura de oro blanco con incrustaciones de diamantes, de la que salen cinco botones de perlas o cinco puntas con forma de estrella. Más que un gesto de generosidad fue un gesto que mostraba la completa aprobación y el cariño que la reina Beatriz sentía por su futura nuera.
Dicen que las novias deben lucir algo nuevo, algo usado, algo azul y algo prestado. Es por eso, que la madre del novio no escatimó en préstamos. La Reina Beatriz también le cedió una pulsera de brillantes, y los aros de diamantes en forma de lágrima que ella misma usó en su boda.
En sus manos llevaba un bouquet en donde las rosas, gardenias y lirios blancos, hacían la alquimia perfecta para acompañar a la futura reina. Dicho arregló fue visto durante toda las ceremonia y ella no lo soltó en ningún momento.
Otro de los puntos que más llamó la atención , fue el discreto peinado, compuesto por un sencillo moño bajo que resaltaba a la perfección sus bellas facciones al mismo tiempo que permitía ver la inmensa felicidad que reflejaba su sonrisa mientras saludaba al público congregado en la plaza de Dam.
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