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ACTUALIDAD | 21-11-2020 08:32

Conocé a Patricia Courtois, una cocinera que respeta la naturaleza y empodera a las mujeres

Trotamundos y cocinera de alma. Así es la chef Patricia Courtois, que vive siempre en contacto directo con la tierra, sea en Cafayate, los Esteros del Iberá o en Buenos Aires.

Innovar es volver a los orígenes. Esta frase la caracteriza, hace tiempo que se la apropió (cuando ganó el primer Prix de Baron B Édition Cuisine) y hoy gracias a la pandemia tiene más vigencia que nunca. “Trabajé en lugares maravillosos de Argentina y me di cuenta que existe una sola manera de hacer las cosas bien: respetando a la tierra y cuidando a los recursos humanos locales”, afirma Patricia, que hoy debido a la cuarentena se encuentra en su casa de Haedo trabajando de manera virtual y esperando para volver a recorrer el país. “Como dicen los orientales: en la quietud también hay movimiento”, señala y añade: “Que a pesar de estar transitando un momento tan particular no hay que bajar los brazos y adaptarse y conectarse con lo que uno sabe hacer y disfruta”.

Patricia Courtois
Las huertas propias la acompañan en todos los puntos del país en donde se desempeña como cocinera: Esteros del Iberá, Cafayate o Buenos Aires.

Patricia tiene una larga trayectoria en la gastronomía. Trabajó en el restaurante de la Alianza Francesa, Le Bistrot, fue cocinera de Cancillería por varios años y en estos últimos tiempos, además de realizar diferentes consultorías en otros países, estuvo en los Esteros del Iberá en la hostería Rincón del Socoro y es la chef de Estancias Colomé en Cafayate (Salta). “Una sucursal del paraíso”, según ella misma describe. No busca la sofisticación en sus platos, sino sorprender desde el lugar más emocional y verdadero. Es por este motivo que su cocina está enfocada ciento por ciento al producto.

“Cuando trabajaba en Cancillería y recibía a grandes delegaciones extranjeras los agasajaba con un menú sencillo, muchas veces me cuestionaban que era demasiado simple, pero realmente era eso lo que yo quería mostrar. Servir un chipá típico de la gastronomía del noreste era realmente un gran lujo”, recuerda y añade que lo mismo sucedía en el bistró de la Alianza Francesa, en donde cambiaba el menú todos los días dependiendo de lo que conseguía en el mercado. “Eso a mí me trajo un entrenamiento increíble y me encanta que hoy en día es lo que pasa en cada casa: uno abre la heladera y se las tiene que ingeniar con lo que hay. Es un ejercicio hermoso para las todos, casi como aprender a alimentarse nuevamente”, cuenta. 

“Las mujeres siguen sin tener ese poder, ese protagonismo en las cocinas que nos pertenece. No lo digo como una crítica al sector, es un reflejo de la sociedad total”.

Patricia confiesa que desde muy chica tuvo una conexión importante con la cocina. “Tengo el recuerdo de haber hecho una sopa para mi mamá a los 11 años. Siempre me vinculé con la comida. En mi familia era muy importante, estábamos haciendo un lechón y mientras tanto pensábamos qué ibamos a comer el próximo fin de semana”, cuenta Curtois. Cuando se le consulta por experiencias inolvidables se le viene inmediatamente una a la mente y sin dudarlo comienza a narrar: “Tuve una vivencia muy maravillosa en Salta, una chica que trabaja en la cocina de Colomé me invitó a sumarme a una señalada, una ceremonía en la que se marcan los animalitos que nacieron. Fue en el cerro, tuvimos que ir caminando ya que no había caminos hasta llegar al lugar. Durante el ritual le ponen unos pompones al animal y estos se van desperdigando por el monte como una especie de ofrenda a la Pachamama. Ahí comí el mejor queso y locro del mundo. Eso es para mí un lujo, no tomarme un champagne carísimo”. 

Patricia Courtois
El sabor ancestral, que se replica de generación en generación, y el producto son claves en su cocina. 


MÁS ALLÁ DEL SABOR 


Hoy en día Patricia se considera algo más integral que una cocinera. “Lo que más me atrae es encontrar el hilo que conecta al turismo, las mujeres y recetario de acerbo popular. Quiero ser alguien que comunique, una comunicadora a través del plato… de la realidad, de la historia, de lo que rodea a todo ese ritual del cocinar y comer”, afirma. En todos los sitios que se desarrolló siempre puso énfasis en resaltar el rol de las mujeres en la cocina y su sabiduría. “Las mujeres siguen sin tener ese poder, ese protagonismo en las cocinas que les pertenece. No lo digo como una crítica, es un reflejo de la sociedad total”, apunta. Por este motivo Patricia suele realizar capacitaciones y fomentar el trabajo artesanal de cada región. “No hay nada mejor que tener conocimientos para compartirlo, enseñar y aprender de los otros. Tengo una ventaja muy grande: en general la gente me abre la puerta de sus casas. Ahí charlamos e intercambiamos tradiciones y enseñanzas. Eso es impagable”, afirma. 

Patricia Courtois

SUEÑOS POR CUMPLIR


El mes pasado se estrenó un documental de la señal alemana Arte sobre la cocina del Noroeste argentino y tiene un proyecto muy interesante para llevar a cabo post pandemia. “Se va a llamar Campo abierto, y como la cuarentena nos hizo querer estar más en contacto con al tierra que nunca, buscamos un espacio en el Delta para desarrollarlo. La idea es invitar a gente a que venga a plantar su semilla, a cosechar, a cocinar con lo que tenemos, a intercambiar saberes y charla que a mí me encanta”, explica entre risas. 
Patricia está convencida que todo lo que hace es un verdadero lujo, pero le queda un sueño pendiente: recorrer Argentina en combi descubriendo y documentando las diferentes costumbres culinarias de cada rincón de nuestro país. 

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