Wednesday 24 de April de 2024

LIFESTYLE | 28-09-2019 13:24

Constancia: la mejor amiga de la menopausia

Una nueva edición de la columna a cargo de Miriam De Paoli en la que cuenta sin tabúes como es vivir la etapa de la menopausia.

¿Hola, cómo andan? Nosotras bien en No Pausa, mis síntomas bajo control y me tomé estos últimos 15 días para analizar – aparte de responder - los mensajes y comentarios que nos dejan en las redes sociales.

Necesitaba hacerlo porque nos presentamos a un premio y tenía que poner en palabras la relación con nuestra comunidad. Fue revelador. Ver miles de mensajes juntos y volver a leerlos nos hizo llegar a una conclusión: la menopausia tiene una mejor amiga. Y se llama constancia. ¡Exactamente!

Esa palabra tan simple de decir y tan compleja de implementar. Ampliamos: cuando tenemos 20 años todo es vertiginoso. También así los resultados de muchas iniciativas.

Por ejemplo: queremos adelgazar (usando una de las tres grandes preocupaciones de nuestra comunidad), hacemos un mes de dieta y los resultados, la mayoría de las veces, se notan.

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En esta etapa que estamos atravesando, recién al mes de implementar un cambio de hábito alimenticio, empezamos a visibilizar algo ( y no es siempre). Todo toma su tiempo. Y la mayoría de las veces el resultado empieza a notarse poco después que una decidió racionalmente que valía mas la pena intentar y que “algo” o “alguien” (un amigo, la pareja, un libro) nos hizo seguir un poco más.

Constancia y éxito nunca antes vinieron tanto de la mano como en esta etapa. Para muchas les genera grandes frustraciones, en especial a quienes antes  el cuerpo les respondía de forma inmediata.

Como yo. Y les cuento que me está costando adaptarme. Como dice Wikipedia “La constancia es la prueba que nos conduce a llevar a cabo lo necesario para alcanzar las metas que nos hemos propuesto, pese a dificultades o a la disminución de la motivación personal por el tiempo transcurrido”.

Dificultad y disminución. Dos palabras que escuchamos mucho en este momento. Dificultad para concentrarse, para seguir con el ritmo, para adelgazar, para entender los cambios. Disminución de la libido, de las ganas, y hasta de la esperanza de poder cambiar en casos más extremos.

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Como me hizo ver Raquel Brander, una uruguaya increíble que conocí por casualidad, entrar en esta etapa en un momento de mi vida donde las grandes batallas ya fueron peladas - o por lo menos ya las estamos peleando – nos da mas comprensión y tranquilidad para enfrentar las nuevas.

¿Si me cuesta? Sí, y mucho. Pero como dicen “no queda otra”. O nos podemos sentar a quejarnos. Pero no creo ser la mejor alternativa. Les garantizo que no es fácil pero que si es interesante.

Antes los músculos se mantenían con hacer ejercicios un par de días al mes. Ahora tengo que programar la semana o los resultados no están. Y no hablo solo de estética. Hablo también de la salud y todo lo que ello conlleva, como por ejemplo, la espalda.

La lumbalgia aparece ni bien me hago la distraída. Esto de los ejercicios y de la constancia es aplicable a todos los aspectos: concentración, libido (¡si! acá también).

Ya me di cuenta de que la constancia en encontrar espacios de intimidad mejoró bastante este aspecto de mi vida que venia medio para atrás, ni hablar del peso, las uñas, la piel  y los cambios de humor.

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Desde que me tomo el tiempo para meditar (10 minutos mañana, 10 minutos noche con tutorial de YouTube gratuito) hasta esos cambios de humor fluyen más. Y podemos seguir hablando del tema, pero quería dejarles un mensaje más.

Mirando en perspectiva veo que además de calores y alguna que otra cosita, solo me trajo buenas reflexiones y aprendizajes: lograr enfrentarme a mi misma y definir que, si quería seguir siendo quien siempre fui y mantener bajo control mis síntomas, tenia que poner más esfuerzo de lo que creía en un principio.

NO digo que es fácil, tampoco que el clic es de un día para el otro, pero sí que vale la pena. Y que, cuando lo hacemos, empezamos a ver los resultados.  

¿Y ustedes?, ¿Cómo se llevan con la constancia?

Hasta la próxima columna, ¡un beso! Miriam

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