La búsqueda de un embarazo puede ser un proceso largo y duro, con inestabilidad emocional y picos de stress. La alegría y la esperanza, cuando se acerca el final del ciclo menstrual; o la tristeza y la ansiedad, cuando llega la menstruación, son solo algunas de las emociones que vivencian las parejas que lo transitan.
Pero, la montaña rusa de emociones resulta aún más intensa, cuando el resultado deseado no llega y hay que recurrir a tratamientos de reproducción asistida. En el mes de la fertilidad, consultamos al Dr. Sergio Darío Papier (M.N.75952), Director Médico de CEGyR, Presidente del Comité Ejecutivo de ALMER y Médico Especialista en Medicina Reproductiva.
Cada mes de junio se conmemora en el mundo el Día del Cuidado de la Fertilidad. La infertilidad es una enfermedad que se estima afecta a 45 millones de personas. Está comprobada una disminución de las tasas de natalidad espontánea a nivel global, debido a varios factores: a la participación de mujeres en el mercado laboral y al acceso a los métodos de planificación familiar, se le agregan las crisis económicas, la reciente pandemia y la guerra en Europa. Esta tendencia, a su vez, se va equiparando en todas las regiones, acelerándose año a año.
Paradójicamente, el uso de las técnicas de reproducción asistida está aumentando de manera exponencial en todo el mundo y en particular en momentos de crisis como la actual, dado que las personas más allá de retraerse, refuerzan la voluntad de embarazarse, sobre todo los pacientes que están urgidos por el tema de la edad o simplemente por la fuerza del deseo.
Otros aspectos que aportan a este crecimiento son la introducción y el mayor acceso a alternativas como la gestación por sustitución en personas con problemas de infertilidad estructural que no tienen la posibilidad de formar una familia: hombres solos, parejas de hombres o mujeres sin útero.
Prestar atención a la edad reproductiva resulta un acierto a futuro
Por otro lado, existe una mayor concientización respecto a la edad reproductiva avanzada en la mujer y su impacto en la calidad ovocitaria, teniendo la posibilidad de preservar la fertilidad gracias a la criopreservación de óvulos, y los tratamientos de reproducción asistida o de ovodonación en los casos de infertilidad.
A todo esto, hay que agregar el aporte de la genética reproductiva para mejorar los resultados y disminuir los riesgos genéticos en la descendencia. Es por ello que es importante asesorarse sobre las opciones de hoy y a futuro. Hoy, con un procedimiento simple, se puede congelar los óvulos para una maternidad futura, teniendo la libertad sobre cómo y cuándo formar una familia.
Cada vez tenemos más información del genoma humano, lo que nos permite identificar las causas de muchas más enfermedades genéticas con un costo cada vez más accesible. Estos estudios pueden realizarse antes de buscar el embarazo o en el marco de un tratamiento de reproducción asistida, gracias a los estudios genéticos en los embriones generados in vitro, el denominado estudio genético preimplantatorio.
La crisis sanitaria, económica y política han adelantado los cambios que inexorablemente iban a ocurrir, impulsando un crecimiento exponencial de los tratamientos de reproducción asistida de alta complejidad, la criopreservación de óvulos y los estudios genéticos reproductivos.
Surge la necesidad de pensar el futuro de la Medicina Reproductiva con una mirada más holística, tecnológica, médica y social, incorporando a los tratamientos de fertilidad como un método más en la planificación familiar.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios