Buenos Aires es una ciudad que respira historia en cada esquina. Sus calles, sus edificios y sus rincones guardan los vestigios de una época dorada en la que la arquitectura era sinónimo de estatus y refinamiento. Desde las casonas patricias de San Telmo hasta los imponentes palacios del centro porteño, la ciudad ha sido testigo de una transformación que, aunque silenciosa, sigue presente en sus fachadas.
Es en este contexto que Leandro Panetta, dibujante, escritor y creador de parques temáticos, decidió emprender un proyecto único: Palacio Oculto, un espacio que rescata la esencia de la alta arquitectura porteña y la adapta a la vida contemporánea. Ubicado en un departamento de época sobre Avenida de Mayo, este lugar es mucho más que una restauración; es una obra en sí misma.
“La ciudad tiene vestigios de un pasado que no vivimos”, explica Panetta. Y es cierto. Los techos altos, la moldería en las paredes, los espacios amplios… todos elementos que alguna vez fueron símbolo de opulencia y que hoy, con los recursos adecuados, pueden estar al alcance de cualquiera.
En su proceso de restauración, Panetta se propuso ensalzar lo original del espacio, fusionándolo con su propia visión artística. “Me puse varios objetivos cuando comencé a crear este lugar”, cuenta. Por un lado, decorar con objetos accesibles, piezas que encontró en internet a precios irrisorios simplemente porque ya no están de moda. Por otro, rescatar elementos olvidados, objetos que nadie miraba y que él decidió darles una segunda vida dentro del Palacio.
“Yo no tengo el espíritu de coleccionista, a mí me importa la funcionalidad del objeto. La obra es la casa, no los objetos”
Cada habitación de Palacio Oculto tiene una identidad marcada, inspirada en diferentes épocas y con un toque especial que Panetta supo imprimir en cada rincón. Pero más allá de la estética, hay un juego presente en el diseño. “Originalmente, las casas patricias ostentaban a sus familiares aristocráticos. Como yo no tengo una familia patricia, decidí transformar una pared con imágenes de animales convertidos en personajes aristocráticos”, cuenta con picardía.
El departamento, que conservaba en gran parte su estructura original, facilitó la remodelación. Los techos y la carpintería se mantuvieron intactos, permitiendo que la restauración se centrara en la ambientación y el diseño.
Panetta sostiene que hoy en día, una persona de clase media puede tener su propio palacio si lo desea. Los metros cuadrados en el microcentro son más accesibles en comparación con otros barrios, pero las propiedades conservan una estructura y un trabajo arquitectónico que difícilmente se encuentra en construcciones modernas.
“Buenos Aires tiene un espíritu que no pudimos vivir, pero si levantan la cabeza, encontrarán historia por todos lados”, reflexiona.
Así, Palacio Oculto no es solo un espacio restaurado, sino una declaración de principios: rescatar la belleza olvidada, darle una nueva vida y demostrar que el lujo no es solo una cuestión de dinero, sino de visión y creatividad.
at Federico Velenski
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