El 30 de enero se celebra el Día Internacional del Croissant, un alimento de panadería que gana cada vez más adeptos en Argentina. Aunque la mayoría cree que nació en Francia, este producto de viennoiserie nació en Viena, Austria, a fines de 1600 y muchos lo confunden con la auténtica “medialuna” argentina.
Según la leyenda más divulgada, el croissant nace como uno de los actos festivos cuando la ciudad de Viena se salva del sitio otomano a finales del siglo xvii. En 1683, los soldados otomanos al mando del gran visir Kara Mustafá, después de conquistar la mayoría de las regiones a orillas del Danubio, sitian Viena que, después de Constantinopla, habría sido la primera conquista importante en Europa.
Después de varios intentos de asalto poco exitosos, los turcos decidieron atacar Viena por sorpresa con una nueva estrategia. Pensaron en socavar el terreno y así evitar las murallas, pero actuando solo de noche. Los panaderos, que trabajaban a esas horas, se dieron cuenta de la amenaza por los continuos ruidos y dieron la alarma de tal manera que al final fueron los defensores los que tomaron por sorpresa a las tropas musulmanas, obligándoles a retroceder. Después, las tropas austriacas del emperador Leopoldo I, bajo el mando del rey de Polonia Juan III Sobieski, terminaron de expulsar del país al ejército enemigo. Se dice que el emperador decidió condecorar a los panaderos vieneses por la valiosa ayuda ofrecida. Estos, como agradecimiento, elaboraron dos panes: uno con el nombre de “emperador” y otro "Halbmond", en alemán “media luna”, antepasado del actual cruasán, como mofa a la media luna de la bandera otomana.
¿Cuál es la diferencia entre el Croissant y la medialuna?
Si bien visualmente suelen ser muy parecidas y muchos señalan al Croissant como “una medialuna gigante”, la realidad es que no son lo mismo: la medialuna no sólo es más chica, sino que es distinta la forma (de “media-luna”), la masa es más compacta (a diferencia de la versión europea que es más aireada) y más dulce (imposible no destacar el almíbar característico de la factura local).
¿Cómo comer las Croissant?
CROISSANT CON JAMÓN Y QUESO. El clásico argentino: al croissant tradicional, le agregamos jamón y queso para romper con lo dulce y traspasar la barrera del desayuno o la merienda y abriendo la posibilidad de consumirlo en el almuerzo. También para aquellos que les gusta que el desayuno o la merienda tenga “ese toque salado”.
CROISSANT RELLENO CON ALMENDRAS Bañado con azúcar impalpable, esta vez el clásico croissant está relleno con abundante cantidad de almendras para darle crocancia a la pieza. Ideal para desayunos y meriendas
CROISSANT EN SU AUTÉNTICO SABOR: Masa hojaldrada y manteca, en su tradicional formato bien aireado y esponjoso, el clásico croissant es ideal para disfrutar de esta viennoiserie en su auténtico gusto y textura.
Así y todo, el Croissant llegó para quedarse. Sola, con dulce de leche, con jamón y queso o relleno con almendras, en la Ciudad abundan las opciones y, desde Le Pain Quotidien, te recomendamos tres opciones para que celebres su día como corresponde.
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