Tuesday 23 de April de 2024

CULTURA | 14-02-2023 19:46

San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado

Además de su obra magistral, una extraordinaria cantidad de historias de romances que en estos días en que Cupido anda tan ocupado, bien podrían servir de inspiración para muchos.

Se casó dos veces, se enamoró mil. Jorge Luis Borges dejó, además de su obra magistral, una extraordinaria cantidad de historias de romances que en estos días en que Cupido anda tan ocupado, bien podrían servir de inspiración para muchos.

Sus primeros amores fueron europeos. Emilie, Ángela. Apenas un par de insinuaciones y encuentros fugaces que habrán sido germen para los dos poemas que todo romántico en San Valentín debería leer si pretende llegar al corazón de su amada.

El enamorado y El amenazado son los nombres de esos versos que delatan con maestría sensaciones que Jorge Luis vivió con insólita repetición a lo largo de su vida.

San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado
San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado

«Borges se enamoraba muchísimo, y sufría por esos amores […] Se entregaba obsecuentemente a las mujeres, atado de pies y manos y dejaba que hicieran lo que quisieran con él», dijo su mejor amigo y colega, Adolfo Bioy Casares, testigo de los abandonos y desplantes, declaraciones y proyectos amorosos que protagonizó el autor de El Aleph.

Si Emilie fue en Suiza su primer amor, Ángela le demostró que cuando se trata de dos, ambos tienen que coincidir en la entrega y ese no fue el caso. Pronto el mundo se partió y con el corazón herido el escritor regresó a Argentina. Era 1922 y vivía en el barrio de Palermo, precisamente en la esquina de Santa Fe y Bulnes, cuando volvió a creer en el amor para toda la vida. Ella se llamaba Concepción Guerrero, y Georgie —como lo nombraban en su casa— descubrió el sabor de lo prohibido en las relaciones.

San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado
San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado

El disgusto familiar frente a una mujer que no le convenía y enamorarse de lo que no debe ser, fueron más fuertes que la desobediencia. La ansiedad y el alivio de oír la voz de la mujer amada solo se calmaba con besos a escondidas: cuando yo la abrazo, se estremece toda, escribió en una carta. Le dedicó versos que hablaban de su hermosura y pensó en pedirle casamiento. Pero la madre de Jorge Luis decidió poner fin al arrebato y se llevó al poeta nuevamente al otro lado del mundo.

A su regreso, un año después, aquel amor se había desteñido de pasión y Borges descubrió en la pelirroja Norah Lange, el objeto de su deseo. En esta relación hubo malinterpretaciones, una desolada confusión entre amor y amistad y se sumó la cualidad que tantas veces le sería esquiva: su timidez.

El desencuentro con Norah cerró el capítulo que dio paso al siguiente y entonces sí, el escritor le juró amor eterno a Elsa Astete Millán. Era 1927 y aunque faltaban cuarenta años para contraer matrimonio, adelantado y ansioso, Jorge Luis le regaló un anillo de compromiso. Elsa no estaba interesada y los insistentes acercamientos de Georgie se pausaron el día que se enteró de que ella se había casado con otro hombre.

—Ay, caramba— cuentan que dijo el escritor. Mientras la obra del genio de las letras crecía y se volvía notable, también se engrosaba la lista de ilusiones y entregas desmedidas. Georgie se embalaba. Prometía altares y una vida juntos porque no consideraba el amor a medias, era todo o nada. Impetuoso, implacable. O amor eterno o la aridez del olvido. Sara Diehl lo deslumbró con su belleza y Haydeé Lange, hermana de Norah, con su inteligencia exquisita.

Con Haydeé practicó sus dotes actorales, ya que insistió durante varios meses en pedirle matrimonio cual Romeo, mirando a su Julieta desde lejos. No era un balcón, sino la vereda del lugar donde ella trabajaba. ¿La respuesta? Siempre no.

San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado
San Valentín 2023: Jorge Luis Borges, el eterno enamorado

La siguiente desilusión tuvo el nombre de Silvina Bullrich y entonces sí, apareció ella. Estela Canto. Esta vez tenía que ser.

Una lectora voraz, con ideas de libertad que caminó y conversó kilómetros y horas con el escritor. “El amor de Borges era romántico, exaltado, tenía una especie de pureza juvenil. Al parecer, se entregaba completamente…” escribió la mujer. Él por supuesto, le pidió matrimonio. Ella lo rechazó en inglés, nombrando a Bernard Shaw y también a la ausencia de sexo entre ellos. Borges, devastado, acudió a un psicólogo para superar sus males del corazón. De este enamoramiento, quedaría un cuento dedicado a Estela: El Aleph.

Los espejismos del amor eterno volvieron a Borges con María Esther Vázquez, secretaria y compañera imprescindible. Otra vez, no fue.

Pero en 1967 el final de una carta selló el compromiso: Suyo, irremediablemente suyo. Así Borges le declaraba su infinita pasión a aquella ex novia que lo había abandonado por otro. Tenía 67 años cuando se casó con Elsa Astete Millán, diez años menor que él. Pero el matrimonio, que tardó varios meses en consumarse a su manera, terminó con la fuga del marido. La mayor preocupación de Borges en medio del escándalo, fue cómo recuperar los quinientos libros que había llevado al departamento que compartía con su esposa. Y concluyó que un quirúrgico robo hormiga podría solucionar el dilema.

María Kodama, el último gran amor de Borges

Se conocieron por casualidad en 1953 en una librería de Buenos Aires; ella era estudiante, él un escritor establecido. Ella había leído un cuento de Borges a los nueve años que la conmovió y años más tarde volvió a sentir esa conexión al escucharlo en una conferencia.

“Es como en la amistad o en el amor: uno cuando encuentra a alguien sabe si puede ser amigo o si puede enamorarse o no. Eso se siente antes del trato con esa persona, ¿verdad?”, sugirió en una entrevista.

Intuición, naturaleza o destino. Tal vez un poco de todo eso confluyó en la unión de Borges y Kodama, que se casaron en 1986. María fue los ojos de él que ya no tenían luz y fue también su calma cuando Jorge Luis se ponía insistente preguntándole si iban a reencontrarse en la siguiente vida.

Ella le decía: “Sí, Borges. Dicen que en el infinito las paralelas se unen, así que nos reuniremos junto a ese dios, energía, fuerza primera, luz, como queramos llamarlo. No se preocupe”. Y Borges, lejos de preocuparse había escrito ya las palabras para responderle: Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. El amor que esta vez sentía, había alcanzado el punto infinito del mundo, ese donde todos los tiempos y espacios se unen.

Por Diana Arias - Escritora - @dianaariasoficial 

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