Llegó a las librerías el año pasado (editado por El Ateneo) y ya va por su tercera edición. Hablamos de Amores Inmigrantes, la novela que escribió Diana Arias en base a siete increíbles historias de amor de inmigrantes. Con ella hablamos sobre ese libro, su historia y su visión.
-La escritura está muy unida a la idea de inspiración. ¿Cómo es en tu caso, qué cosas te inspiran?
-Me inspiran las conversaciones, en las que siempre termino preguntando por una historia de amor. Así como un fotógrafo mira al mundo a través de su lente, yo lo hago a través de historias. Y el entusiasmo nace con los detalles, las casualidades, las búsquedas….
Por ejemplo, la historia de Amanda, una joven sueca que en el siglo XIX dejó a su aristocrática familia por el amor de un extranjero… No sé ustedes, pero ¡yo casi no logro dormir hasta saber el final de la historia! Y lo increíble es que hay infinitas historias, listas para ser descubiertas.
-¿Sos de tener rituales para escribir?
-Parafraseando a Virginia Wolf, escribir para mí requiere concentración y un cuarto propio. Lo hago como un trabajo y tengo rutinas, que muchas veces, por la pasión que me envuelve, se trastocan y me desvelan. Si estoy en medio de una historia, puedo despertarme a las dos de la mañana y levantarme a buscar las maneras de decir “te amo en Japón”, por ejemplo…
-Hace poco diste una conferencia por Zoom titulada “Mujeres con coraje”. ¿Te sentís vos misma una mujer con coraje?
-Sin dudas. Soy una mujer con ese coraje apasionado y audaz, pero que no está exento de miedos. Escribir un libro es un acto de coraje, las y los escritores nos exponemos de una manera íntima ¡y nos hacemos cargo!
En las historias que cuento también descubrí el coraje en su máxima expresión: que una mujer decida divorciarse en 1917 en Dinamarca y cruzar luego el océano Atlántico dejándose guiar por su espíritu aventurero, es un claro ejemplo.
-¿Qué valores te gustaría recuperar de esas historias de amor e inmigración?
-La audacia, la esperanza y la voluntad. Suelo preguntarme, si ellos se atrevieron a dejar su tierra, viajar hasta el confín del mundo y forjar un mejor destino, ¿cómo podemos honrar esas historias hoy? Una manera es conociendo su lucha y reconociendo su entrega. La gesta inmigratoria nos define como argentinos, cada historia anónima es nuestra herencia.
-Y por el otro lado, ¿en qué dirías que “mejoramos” respecto a nuestros antepasados inmigrantes?
-La sociedad evolucionó. Leyes, derechos conquistados, educación... Tal vez tenemos más fáciles las cosas en muchos aspectos y no nos damos cuenta, pero el esfuerzo, la constancia y el respeto por el otro, son valores que nuestros antepasados nos legaron y que cien años después son actuales y más necesarios que nunca.
-Siempre flota la idea, incluso en la literatura, de que “todo pasado siempre fue mejor”. ¿Qué pensás de eso?, ¿puede ser un callejón sin salida?
-Yo tengo una frase de cabecera: "El futuro es encantador". Y para que así sea debimos aprender algo del pasado, de lo bueno y de lo malo. El pasado está ahí, y el futuro será encantador, si nos ocupamos de construirlo en el presente.
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