Friday 29 de March de 2024

BELLEZA | 27-09-2019 09:27

Belleza orgánica: cómo mantener una rutina beauty amigable con el medio ambiente

Los productos que se promocionan como orgánicos y “naturales” a veces pueden ser una trampa. Una guía para reconocer cuáles son los indicados y los que cumplen con los estándares nacionales e internacionales de calidad.

 

En las etiquetas de los productos cosméticos se multiplican las ilustraciones y fotografías de plantas y hierbas. Los tonos verdosos y tierra ganan terreno en el packaging y los prefijos “eco” o “bio” son cada vez más conocidos para el consumidor.

Pero… ¿Son todos estos realmente naturales y orgánicos (también llamados por algunos ecológicos) o es tan sólo una estrategia de marketing de las compañías?

Hace 25 años aproximadamente apareció el concepto “natural beauty” en el mercado mundial y gracias al crecimiento de seguidores cada vez más comprometidos con el medio ambiente las firmas vieron una posibilidad de venta muy atractiva.

Los lanzamientos se incrementaron hasta llegar al día de hoy en dónde se necesita una brújula para saber fehacientemente si uno está comprando el cosmético apropiado.

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Para entender basta una primera aclaración. “Un producto orgánico es cultivado sin pesticidas artificiales, fertilizantes o herbicidas; en cambio, uno natural se compone de ingredientes de origen natural”, explica Isabel Escalante desde Weleda, firma alemana pionera en la materia. 

Lo orgánico quiere decir que viene de la naturaleza y que, aparte, está completamente limpio de cualquier alteración química u hormonal, de esta forma sus procesos de producción garantizan el máximo de pureza.

Por ejemplo, una máscara casera de pepinos es de origen natural, pero no se puede garantizar al ciento por ciento que sea orgánica porque es posible que esos vegetales fueran cosechados y tratados con pesticidas.

Lamentablemente no existe una reglamentación universal para detectar el origen, la calidad de ingredientes y el sistema productivo, pero hay dos grandes compañías certificadoras europeas en las que muchísimas marcas en el mundo confían.

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NaTrue -de origen alemán- se basa en las recomendaciones del consejo de Europa y certifica productos en tres diferentes categorías:

Cosmética natural (con hasta un 70 por ciento de materias primas de calidad orgánica, sin conservantes ni colorantes y no testeados en animales)

Cosmética natural con parte orgánica (a lo anterior se le suma que este 70 por ciento de las materias primas sea de calidad orgánica) 

Cosmética orgánica (al menos el 95 por ciento de las materias primas tienen que ser orgánico).

En tanto, la francesa ecocert distingue también niveles de veracidad natural en belleza. 

“Usamos el standard llamado cosmos que garantiza el uso del 95 por ciento de ingredientes de origen natural, los packagings tienen que estar fabricados con materiales reciclables, el uso de los productos de lavado de envases no tiene que dañar el medio ambiente, tiene que haber trazabilidad en el transporte de cosméticos y la producción debe ser en una sola línea, eso significa que no se pueden mezclar los productos con cosméticos no naturales”, informa Valérie lemaire, ecocert Greenline General manager.

En argentina existe el Programa de certificación cosmética Natural de Oia (Organización internacional agropecuaria), pero muy pocas compañías se someten a este proceso de aprobación.

Este ofrece dos categorías: un sello de cosmética natural (con ingredientes orgánicos y un máximo de 5 por ciento para conservantes) y otro de cosmética natural elaborada con ingredientes orgánicos.

Todas las certificadoras del mundo están de acuerdo en que prohíben el uso de materias primas derivadas de la petroquímica, emulsionantes químico y sintético, filtros ultravioletas, sustancias aromáticas artificiales y colorantes.

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“Estos componentes se evitan porque pueden provocar irritaciones en la piel y disminuir en el largo plazo la capacidad de la dermis para regularse por sí misma, además de generar efectos negativos en el ecosistema. Se reemplazan por aceites naturales, extractos y esencias de plantas”, comenta Escalante.

El mayor enemigo de la belleza natural y orgánica es el fenómeno llamado Greenwashing. “Son estrategias de marketing que tratan de engañar al consumidor ofreciendo un cosmético natural u orgánico y respetuoso del medio ambiente cuando no lo es”, informan desde NaTrue y apuntan una recomendación para no caer en esta trampa: aprender a leer los ingredientes de las etiquetas.

La INCI (international Nomenclature of cosmetic ingredients) regula a nivel mundial la veracidad de estos datos. Desde Oia suman un dato más práctico aún: “Cuanto más complejo es el nombre de los componentes, menos natural será el producto”.

Y siempre hay que estar atentos a que sea libre de parabenos (suelen figurar así en la etiqueta methylparaben, propylparaben, butylparaben o benzylparaben), un conservante muy utilizado que afecta la salud de niños y mujeres.

“El mercado internacional de cosméticos naturales y orgánicos está creciendo casi 10 por ciento al año, mientras que el tradicional solamente 4”, -afirma lemaire y aclara- “es por este motivo que cada vez más gigantes de la belleza están desarrollando este tipo de cosméticos para vender a través de submarcas u otros canales de distribución”.

Volver a la naturaleza parece ser la clave, lo importante es saber cómo saber reconectarnos con ella de la mejor manera.

Producción: Patricia Mogni. 

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