Gustavo Cerati, 11 Episodios Sinfónicos, 2001 (Urko Suaya)

Gustavo Cerati, 11 episodios sinfónicos Foto: CEDOC

Gustavo Cerati, 11 Episodios Sinfónicos, 2001 Foto: Urko Suaya

Gustavo Cerati, 11 Episodios Sinfónicos, 2001 Foto: Urko Suaya

ICóNICO | 11-08-2020 16:48

El día que Gustavo Cerati se vistió de príncipe gracias a la magia de Pablo Ramírez

Un diseño que consagró al artista en su presentación sinfónica en el Teatro Avenida, en 2001.

Vicco García

Corría el año 2001 y una profunda crisis azotaba a la Ciudad de la Furia. Como salido de calles de luces azules y contrastes grises, emergió aquel mes de agosto Gustavo Cerati con su creatividad nata para reinventarse una vez más y brindarle a su fiel público algo que hasta el momento nunca había experimentado: transformar su obra en piezas sinfónicas.

Este creativo músico decidió llevar su fuerza natural y empuje único que manifestaba en forma de rock a uno de los escenarios más emblemáticos de Buenos Aires, el del Teatro Avenida; esa locación que había visto infinidades de personajes desfilar por sus tablas y que entonces el nacido en Barracas tendría la oportunidad de colonizar. Porque el ex Soda Stereo era un ser mágico y de otro planeta, que conquistaba a todo aquel que conocía y que se entregara por completo a sus letras de historias cósmicas y fugaces, como crudas y terrenales. Y por supuesto, lo logró, de tal forma que hoy en día -19 años más tarde- se sigue hablando de esa icónica noche.

En paralelo, ese mismo año, Pablo Ramírez decidió sacar lo mejor de sí y frente a la incertidumbre que traía el contexto socioeconómico de la Argentina, realizó una memorable colección que haría que Cerati se contactara con él. Bajo el nombre "Patria", el diseñador plasmó su talento en piezas inspiradas en el exilio de muchos de sus amigos más cercanos: reflejó en sus piezas la resistencia de aquellos que habían decidido "no abandonar el barco" y homenajeó a patriotas como San Martín o Belgrano, héroes que forjaron nuestra historia. Fue allí que se gestó el tapado "Sanmartiniano", que captó la atención del músico y concluyó en que este le pidiera al sublime obrero de la moda que realizara el vestuario para el proyecto "11 Episodios Sinfónicos".

"La verdad que Pablo Ramírez a mí me parece uno de los más grosos, la factura de su ropa, la fineza. Lo fuimos a ver, a ver qué se le ocurría, y se vino con este traje tremendo entre patriota y principito y al mismo tiempo de jean. Es todo de jean, así que ¡imaginate lo que pesaba eso! Yo creo que podía dejar el traje parado e irme caminando por abajo, sin que nadie lo notara. Había como cierto guiño a lo Burton y como a esa estética un poquito más oscura, aunque el show en sí estaba planteado muy para televisión", aseguró alguna vez el artista que estaría cumpliendo este 11 de agosto 61 años.

Por su parte, el diseñador que se identifica por el uso del color negro como sello propio, expresó en alguna otra oportunidad: "Dior dijo que a la única reina que había vestido era a Evita, yo en cambio una vez vestí a un príncipe", para así manifestar el orgullo de trabajar para el ex integrante de uno de los tríos musicales más influyentes del rock latinoamericano. 

Sobre el proceso creativo, Pablo dijo haberse inspirado en la "soledad" que Gustavo tendría en aquel escenario, aquella mítica noche. Y es que para el autor rockero-pop sólo su voz sería el escudo frente a la ausencia de los instrumentos que acostumbraba a tocar ( y que fueron suplantados por una inolvidable orquesta sinfónica dirigida por Alejandro Terán). En ese contexto, a Ramírez se le ocurrió hacer un tapado para frenar ese "desamparo" sin olvidar el ADN Cerati: fue un abrigo realizado en denim y forrado con un dramático satén rojo pasión en el interior.

"Todo lo que era moda, Gustavo lo absorbía y lo llevaba de una manera muy natural. Era alguien que lo que se usaba lo agarraba, se lo apropiaba y lo sabía llevar. Ese tapado se lo probó, pero no ensayó con él. Yo lo vestí, le llevé la cola del tapado al escenario y lo dejé. Después bajé y me senté a verlo. Cuando Gustavo aparece es una cosa muy impresionante. Se movía como si hubiese nacido con el tapo, que era muy difícil de llevar porque tenía unos largos, unas mangas, y él se movía con una naturalidad mágica. Al año fue lo del Colón, justo ese día que yo presentaba una colección. Terminé de hacer el desfile y me fui en un taxi corriendo al Colón. Entro y ya había empezado. Cuando lo vi en el escenario sentí que me agarraba un ataque de pánico, fue una sensación muy fuerte. No lo pude ver todo. Estuve un rato y me desbordó", confesó Pablo Ramírez en una entrevista a Página 12 en octubre del año pasado.