En estos precisos instantes, en nuestro país ya son más de 500 mil los espectadores que vieron (y comentaron en redes, trabajos, hogares y en donde sea) la archi esperada película de Todd Phillips, Guasón. ¿Qué hay detrás de ese fenómeno? Mucho, y por ende son muchas las razones para intentar explicar el renovadísimo poder de este villano que (casi) siempre estuvo a la sombra de Batman.
Para empezar, la economía (por más que se enojen varios). Es evidente (y más en un contexto de crisis como la actual argentina) que la película se fortalece cuando muestra sus números.
Porque costó “poco” (tan sólo unos 55 millones de dólares frente a, por ejemplo, los 360 millones que costó Avengers: Endgame) y porque sólo en Estados Unidos ya lleva recaudados casi el doble. En todo el mundo, esa cifra ya superó el triple…
Y la economía global (y real) nos lleva de inmediato a su “propia economía”: la que en todo momento aparece reflejada en el film, con una Ciudad Gótica carcomida por las crisis y la cada vez mayor presencia de marginales, desclasados y parias. Ese es el mundo que habita y conoce el Guasón desde que es pequeño, donde se moverá e intentará “desarrollarse”.
Muchos ven en ese espíritu oscuro una denuncia plena al sistema capitalista, algunos a la naturaleza humana y otros más al Estados Unidos de Trump. En cualquier caso, lo que llama la atención es la inexistencia total de salidas.
A la violencia, al odio y a la crueldad que nos inunda sólo le sucederán renovadas dosis de todas ellas, parece decirnos en todo momento la película y ahí, en las posibilidades de ese largo debate se esconde otro de sus “encantos”. Es imposible no hablar y discutir al salir del cine, y eso es un germen tan poderoso como viralizable.
¿Qué decir de Joaquin Phoenix que no se ha dicho hasta ahora? Nada, sólo reforzar que su actuación es realmente perfecta y que es clarísimo que soñó con este momento toda su vida.
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Y que está a cargo de escenas que muy probablemente queden como icónicas e históricas del cine, al nivel de otras como el tiroteo de Scarface o el “are you talking to me?” de Taxi Driver.
¿Será nomás este el año de su Oscar? Sí, la Academia de Hollywood puede ser muchas cosas, pero no es tan sorda y necia como tantos suponen…
Directores de cine, periodistas, críticos, fans, detractores, actores, guionistas… Hoy la conversación sobre Guasón se ha extendido a lo ancho y largo del mundo, mucho más que con cualquier “película de superhéroes”.
Es cierto que es la mejor del año. Es cierto que Joaquin Phoenix lo borda: sin duda, el mejor Joker. Y luego, el mensaje: empuja a la revolución. Derribemos para siempre los límites del humor. No me digas lo que esta bien y está mal. No me digas lo que es gracioso nunca más.
— De la Iglesia (@alexdelaIglesia) October 6, 2019
Y dicho esto, es indispensable retener que no se trata de una “película de superhéroes”, no porque esa etiqueta sea mala per se, pero es evidente que estamos ante una película de autor sobre un personaje nacido en un cómic.
¿Hay referencias al cine clásico de los 70? Sí, y muchas. Y lo archi curioso de todo es que ese “homenaje” coincide en tiempo con los comentados dichos de Martin Scorsese (uno de los próceres de esa época dorada del cine norteamericano) sobre las películas de Marvel.
“¿Que esas películas no son cine? ¡Acá tenés cine!”, parece responderle Guasón que para colmo es de la factoría enemiga, DC, quien renace más que nunca con esta película (incluso más que cuando llegaron las Batman de Nolan…).
A esta altura, no sorprende que ya se hable de una saga propia, el mismo Joaquin dejó en claro que estaría más que chocho con esa decisión, lo mismo que el director Todd Philips (que ya había mostrado su singularidad incluso en comedias muy recaudadoras y “ATP” como Borat, Qué pasó ayer? y Todo un parto). Allí estaremos para verlas y, claro, para seguir debatiendo.
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