Friday 29 de March de 2024

CULTURA | 23-03-2020 11:07

Murió Sergio de Loof, el diseñador pionero del reciclaje

La periodista Victoria Lescano, quien conoció mucho al creador ícono del under de los 90, hace un repaso de su vida.

"Crecí en un chalet de lomas de Zamora, me formé viendo películas de Ingmar Bergman, Rainer Fassbinder y Liliana Cavani en la cinemateca argentina pero fue en el cottolengo Don Orione donde hice mi maestría en moda.

Lo visité por primera vez para vestir a los personajes de mi cortometraje El Cairo, final del desierto. Aprendí que uno puede ir allí sin ideas porque por una extraña razón el lugar te las aporta”.

La sentencia corresponde al artista y diseñador Sergio de Loof, quien surgió en la escena de la moda arty pregonada en 1989 desde la Primera Bienal de arte Joven, la mayor manifestación de moda y arte que acompañó el regreso de la democracia.

Pero en lugar de debutar en la pasarela de la plaza San Martin de Tours como lo hicieran Gabriel Grippo, Andrés Baño, Gaby Bunader, mónica Van asperen y Pedro Zambrana, su campo de acción fueron los atavíos y las caracterizaciones de sus amigos y socios en el bar Bolivia, que ofició de punto de celebración y encuentro luego de los desfiles.

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Nacido en Buenos Aires en 1962, De Loof es el pionero local del reciclaje y en elogiar tesoros hallados en Ferias de Pulgas, legitimar en la escena local los modelos fuera de los estándares de belleza.

Situado en la calle México al 300, Bolivia fue el primero de una serie de bares y clubes nocturnos que ambientó con piezas de ferias de usado, collages con recortes de revistas Vogue y láminas de Fragonnard arrancadas de enciclopedias del arte.

Con el devenir de los años, entre 1991 y 1994, ideó los clubes El Dorado, Morocco, Caniche y Ave Porco. Unos y otros se transformaron en salones literarios trasnochados para los contemporáneos a 1990 y tuvieron como común denominador las prédicas latinoamericanistas matizadas con el exotismo kitsch y la veneración por John Galliano, Vivienne Westwood y Jean Paul Gaultier.

Junto a Gabriel Grippo, Andrés Baño, Gaby Bunader cimentó una agrupación estética denominada Genios pobres, entre cuyos recursos de estilo asomaron ropas hecha con frazadas, los esparadrapos y patchworks de denim.

La figura y la obra de De loof fueron veneradas también durante fines de 1990 y mediados de 2000 en la fundación Proa, arte Ba y la galería Agatha Couture.

Las piezas resultantes siempre se rigieron por el método: “Siempre que termino una colección, lo que no se rompió va a parar a una bolsa de residuos debajo de mi cama hasta la próxima.

La reconstrucción de sus trajes icónicos, los cuadernos privados y el interiorismo de sus clubes nocturnos ofician de disparadores de la muestra antológica ¿Sentiste hablar de mí? que el museo moderno exhibe hasta abril de 2020 y fue curada por Lucrecia Palacios en base a la exhaustiva investigación en los archivos privados del artista, que custodia la fundación IDA-Identidad Diseño Argentino-.

 

Moda visceral

En la fotografía en technicolor que ofició de invitación a la inauguración de la muestra, posaron la pareja conformada en 2001 por la modelo Mariana Schurink y el artista Nahuel Vecino, vestidos con una bikini, flores y plumas en tonos rosa Schiaparelli turquesa y amarillo.

Correspondió a una imagen de campaña de la colección North Beach, la apuesta de Sergio para el verano 2001 y cuyo estilismo homenajeaba a Ney Matogrosso y a Caetano Veloso.

El leit motiv de la colección fue “la moda visceral y el fashion animal”. Homenaje a Niní Marshall. Unos años antes, en 1998, entre sus lecturas irónicas sobre estilos argentinos, De Loof quiso rescatar los modismos de Niní Marshall y propuso hacer un desfile a la Fundación Banco Patricios.

El show consistió en un rescate y reciclaje de batones, vestidos camiseros, sacos a rayas, carteras de mimbre, ramilletes de flores textiles, sombreros variopintos, guantes y estolas de piel provenientes tanto del “Cottolengo Don Orione” situado en Pompeya como de la colección privada De Loof.

En conjunto la Colección Catita signé De Loof ensambló siluetas, morfologías, texturas y colores para recrear a Catita, Cándida y Giovanina Regadeira en una pasarela que tuvo como única puesta, los retratos de Marshall en blanco y negro a modo de instalación. 

Siempre prefiero que desfilen mis amigas artistas a modelos de agencias. Esta vez me incliné por mujeres que no superaran el metro sesenta de altura y tendieran al punk, con personalidades fuertes y rebeldes semejantes a las de Niní.

De todos los personajes de Niní Marshall, Catita es mi preferida porque dice lo que todos callamos. Es muy de confitería, viaja muy elegante en colectivo para ir a comer triples en la Confitería La ideal”, me dijo durante una entrevista para el suplemento Las 12 del Diario Página 12.

Otro hito del estilo De Loof y cuyos figurines se pueden aprecian en el Museo de arte Moderno fue “Modisto a domicilio”, un proyecto presentado en una suite del Pop hotel Boquitas Pintadas y que partió de la premisa de rescatar el oficio de las costureras a medida.

Cazador de estilos

La fotografía fue otro campo para la experimentación. Cuando en 2001 el Centro Cultural Rojas exhibió los retratos en blanco y negro que compusieron Portraits of Contemporary Argentine Artists, el hilo conductor de las fotografías respondía un pedido explícito del artista para con los fotografiados: “Vístanse con algo de su plácard que represente como le gustaría verse en la foto de la lápida junto a su tumba”.

Cuando me invitó a participar de semejantes retratos no vacilé en recurrir a una capa corta blanca; la sesión transcurrió en el estudio improvisado en La Victoria, proyecto de San Telmo en cuyo patio se presentaban poetas y cantores de tango, mientras que en la antesala que antaño cobijó una radio, hizo lugar a un pop up store con una pequeña colección de camisas de algodón con morfologías de una guayabera.

Interrogado acerca de la moda, anunció su intención de hacer una firma comercial cuya etiqueta reprodujera el signo pesos. Si bien buena parte de la trama gira alrededor de la neurótica relación con el dinero que tiene toda artista, es vox populi que la riqueza de su obra reside en la escasez de recursos.

Cuando en 2018 Jean Paul Gaultier hizo un desfile en el CCK como correlato Amor es amor su muestra referida a atuendos para el matrimonio igualitario, De Loof esperaba que dieran el acceso a la sala en la vereda del Palacio de Correos, vestido con un jean que de tan grunge pareció romperse en mil hilachas, una camisa verde Prada y un cúmulo de joyas de fantasía en uno de sus brazos y una corona de hojalata clavada en su sien.

El vestuarista Julio Suarez, al verlo acicaló sus prendas como si se tratase de algún personaje pronto a salir en una puesta teatral. Hora más tarde, ya en un salón de fiestas De Loof y Gaultier conversaron entre sillones de terciopelo.

Interrogado por Gaultier acerca de la procedencia de su corona, De Loof argumentó. “Soy el rey de los pobres”.

 

 

at Victoria Lescano

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